"En un mundo de problemas comunes, ninguna nación puede tener éxito por
sí sola, pero si colaboramos en torno a una causa común podremos crear juntos
un futuro más seguro y próspero para todos. La solidaridad debe ser el
fundamento de las soluciones mundiales". Así concluye el secretario
General de la ONU, Ban Ki-moon, su mensaje con motivo del Día Internacional de
la Solidaridad Humana.
Impulso de la solidaridad
Convencida de que la promoción de
la cultura de la solidaridad y el espíritu de compartir era importante para la
lucha contra la pobreza, en 2005, la Asamblea General de la ONU proclamó el 20
de diciembre como Día Internacional de la Solidaridad Humana.
Según las Naciones Unidas, este
Día Internacional es un día para celebrar nuestra unidad en la diversidad,
recordar a los gobiernos a que respeten sus compromisos con los acuerdos
internacionales, sensibilizar al público sobre la importancia de la
solidaridad; fomentar el debate sobre las maneras de promover la solidaridad
para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y fomentar nuevas
iniciativas para la erradicación de la pobreza.
La solidaridad nace del ser
humano y se dirige esencialmente al ser humano.
La verdadera solidaridad, aquella
que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el
desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la
igualdad universal que une a todos los hombres. Esta igualdad es una derivación
directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la
realidad intrínseca de la persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo,
nacionalidad o partido.
La solidaridad trasciende a todas
las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales, etc. Para
instalarse en el hombre, en cualquier ser humano, y hacer sentir en nuestro
interior la conciencia de una “familia” al resto de la humanidad.
La solidaridad implica afecto: la
fidelidad del amigo, la comprensión del maltratado, el apoyo al perseguido, la
apuesta por causas impopulares o perdidas, todo eso puede no constituir
propiamente un deber de justicia, pero si es un deber de solidaridad.
Un análisis del concepto del
valor de la solidaridad nos ofrece los siguientes componentes esenciales:
1º Compasión: porque la
solidaridad es un sentimiento que determina u orienta el modo de ver y
acercarse a la realidad humana y social, condiciona su perspectiva y horizonte.
Supone ver las cosas y a los otros con los ojos del corazón, mirar de otra
manera. Conlleva un sentimiento de fraternidad, de sentir la empatía por el
dolor de los otros.
2º Reconocimiento: no toda compasión
genera solidaridad, sólo aquella que reconoce al otro en su dignidad de
persona. La solidaridad así tiene rostro, la presencia del otro demanda una
respuesta.
3º Universalidad: “La
desnudez del rostro”, la indefensión y la indigencia es toda la humanidad y
simboliza la condición de pobreza de esfera intimista y privada.
Su concepto ha experimentado un
proceso de transformación que se refleja en todos sus ámbitos. Para algunos es
la reivindicación de derechos fundamentales y para otros sólo una actitud de
piedad centrada en la limosna y en la asistencia.
La solidaridad siempre implica
los siguientes puntos:
· La
solidaridad es una virtud contraria al individualismo y al egoísmo.
· Se refleja
en el servicio y busca el bien común.
· Su finalidad
es intentar o solucionar las carencias espirituales o materiales de los demás.
· Requiere
discernimiento y empatía –ponerse en el lugar del otro-
¿Por qué solidaridad?
Solidaridad, porque es lo justo,
porque todos vivimos en una sociedad, porque todos necesitamos de todos; porque somos seres
humanos, iguales en dignidad y derechos.
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